Horas decisivas en la Rosada: furia en el chat de gobernadores, la militancia de Mauricio Macri y el ministro fantasma.
Por Luciana Geuna • 2 de febrero.
¡Hola!.
Fue un enero sin pausa pero lo que se cocinó este verano, se está definiendo justo ahora, mientras escribo esta columna.
Empieza un momento bisagra para el gobierno. La interpretación de quién gana o quién pierde será una anécdota. Lo que hará es redoblar la apuesta.
Mientras tanto, empiezan a mostrar fisuras de gestión. En apenas treinta días, se quebró el vínculo con los gobernadores, se llenó de ruidos la conversación con los dialoguistas y el PRO sigue en una posición de apoyo incómoda.
En el medio, los argentinos, según los últimos sondeos, siguen apoyando a Milei pero están en pánico con la economía.
Crónica de un verano caliente.
Acá te cuento todo lo que sé.
“No negociamos,
la gente los va a juzgar”. Karina Milei corta la llamada de un dirigente
que esta semana peleaba por apurar un acuerdo. Está en su despacho. La postura
no es hacia afuera. Es la que sostiene con convencimiento la tríada que
conforma el presidente, ella y Santiago Caputo. “Nosotros vemos que los que no
acompañen van a ser escrachados por la gente”, insiste ante su
interlocutor de ese momento.
Son horas trascendentes. El final no está escrito. El inestable equilibrio que promovían los gobernadores ya se rompió. El Congreso entró en un pantano de revisiones de la ley de Bases que se definirán mientras leés esta nota. El gobierno cree que lo que pierde en el recinto lo gana en la narrativa de la confrontación con la casta. Si le rechazan la norma, hablan de veto y de decretos. Pero en el fondo, una sola agenda obsesiona a Milei: la que transmitió a la periodista del Wall Street Journal. El déficit cero, el fin del cepo, comprar dólares y llegar a la base monetaria que le permitiría dolarizar mucho antes de lo que sueña. ¿Lo va a hacer?. Ganas no le faltan, aunque el ministro de Economía sufra cada vez que vuelve con ese tema.
¿El fin de los
dialoguistas?.
La realidad está
mucho más hostil. Suceden dos mundos en paralelo. Los “dialoguistas”
empiezan a mirar con desconcierto los movimientos del gobierno. Ya no
ven astucia sino amateurismo. Nadie entiende el juego con la ley de Bases. A
esta hora, hay un empuje brutal de definición abierta: el gobernador cordobés,
Martín Llaryora, decidió sumar mayorías incluyendo conversaciones con UxP para
imponer el impuesto País coparticipable. Era el más empático y ahora el más
opositor. Tiene media docena de hombres en cargos clave del gobierno nacional.
Asegura que juntó los votos y podría significar un desastre en el PRO: los
mandatarios provinciales mandaron a los suyos a apoyar esa presión. De
suceder, votarían separados.
Nadie espera que esta movida se consolide. Sólo quieren un llamado de un interlocutor válido de Presidencia para negociar. Desde la Rosada, a más presión, más reacción. No les gusta la palabra negociación, “no creen en las diagonales de la política. Sólo en las paralelas”, se lamenta un dialoguista.
El chat “Gobernadores + Jefe de Gobierno” que nuclea por primera vez a los mandatarios de todos los partidos más Jorge Macri de CABA, nació como un intercambio amable, proconsenso y se convirtió esta semana en un grupo que descarga su furia contra el gobierno. Estuvieron muy cerca de escribir un comunicado de repudio al retuit que le dio Milei a Joaquín de la Torre: “Lo que en realidad quieren los diputados del ‘bloque extorsión’ es seguir viviendo del negocio de la política. No tuvieron problema en darle facultades extraordinarias a CFK, Alberto y Kicillof. Siempre estuvieron cómodos con el modelo progre y estatista”.
A pesar de los esfuerzos de Rogelio Frigerio que ayer llegó a militar votos proley como cuando era ministro del Interior, las gestiones son infructuosas. Nadie recibe un mensaje claro del gobierno. Ni siquiera los libertarios que ayer acataron la orden de Karina Milei de no dar más discursos para apurar los tiempos y a la mañana siguiente el jefe de bloque, Oscar Zago, decía en el recinto que ellos también tienen derechos. A sus escasos 38 integrantes, no los tienen tan convencidos. Hay dos que se replegaron en la madrugada, decididos a no votar. Es “la conjura de los raros”, decía ayer un dialoguista en los pasillos del Congreso.
Mauricio Macri y
Javier Milei.
Desde la campaña hasta acá, los que lo conocen mucho todavía se sorprenden de lo encendido que está con la rosca política, una disciplina que nunca le gustó particularmente. Su casa de vacaciones es sede de reuniones permanentes. Se quedará en Cumelen hasta su cumpleaños, el 8 de febrero, pero antes espera asistir a un encuentro en Chubut para consolidar el “operativo clamor” a su decisión de presidir el PRO. No habrá interna y él será designado. Hay mucha ironía en la mesa chica del partido sobre este movimiento. Sus referentes más conocidos prefieren ni opinar en público de la jugada. En el calor de Buenos Aires, creen que seguir siendo noticia con estos temas, son todos tiros en los pies.
Casi todas las vivencias del gobierno de Javier Milei le generan un reflejo de su experiencia. Ese sigue siendo el núcleo de las conversaciones entre ellos a pesar de que alrededor del libertario, desconfían en profundidad de la intensidad con que Macri milita al Gobierno. Él recuerda su primer año de gestión o el tratamiento de la ley previsional. Sobre todo, tiene fresco el fallo de la Corte que recibió apenas asumió y que benefició a las provincias y le dejó las cuentas de Nación incómodas para siempre.
Algo de eso le dijo al presidente en este tiempo: que si le concedía ya todas las demandas a los gobernadores, lo que seguía era sometimiento. Milei ya lo había entendido. En ese plano, opera a mayor velocidad. Lo sabe perfectamente el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, que recibió de Karina Milei la orden intempestiva de retirar el paquete fiscal de la ley en medio de la pugna trabada con los gobernadores.
Ferraro, el
ministro fantasma.
Hubo varias horas
de desconcierto en los despachos de Caputo y su círculo íntimo que no se
filtraron. El alineamiento entre Caputo y el presidente es total pero ahí se
encendió una alarma.
Fue un combo que incluyó la salida nunca efectivizada del ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, y el traspaso -sin ejecutar formalmente- de esa área a Economía.
Se armó ahí un pantano particular: Ferraro es formalmente el ministro todavía, su firma sigue valiendo para ejecutar decisiones y a una semana de su salida informal del gobierno, nadie de Economía se comunicó con los funcionarios a cargo de las secretarías que él coordinaba. En ese paquete, están Desarrollo Territorial, Hábitat y Vivienda, Transporte, Comunicaciones y Conectividad.
Presidencia sólo oficializó que Ferraro presentaría la renuncia. Nada de eso pasó aún. ¿Dónde está Ferraro?. “Es ministro”, responden los suyos. Hay que prestar atención al final de esa historia.
Algunos se preguntan si este antecedente no será más costoso de lo que se cree. Este será un gobierno con mucho recambio de funcionarios. ¿Quién va a querer entrar si las salidas son así?. Algunos se acuerdan del kirchnerismo.
Bonus track:
según encuestas, escala la polarización, pero la imagen de Milei sigue fuerte.
Las consultoras están en período de medición intensa. ¿Cuánto afecta la inflación alta, la baja de la actividad económica, la licuación de los sueldos, a la imagen del presidente?. ¿Cuánto aguanta esa ecuación de sacrifico social hasta que mejor la perspectiva?.
Los resultados
son diversos. Algunos dicen que el presidente pierde porciones de popularidad
en pasos rápidos. Pero el último trabajo de la consultora Aresco, que se está
terminando de relevar esta misma semana, dice otra cosa: la imagen
positiva de Javier Milei sostiene sus niveles de voto. No es a sus medidas
el apoyo. Es a él y a sus ideas de cambio. Cuando las preguntas apuntan a DNU y
a ley Ómnibus, las respuestas están partidas a la mitad. Pero el entorno del presidente mira el número de la imagen cuando toma las decisiones. Acelerar
mientras dure el apoyo.
Esto es todo para
esta semana, el viernes que viene me vuelvo a contactar con toda la info que
vaya recolectando a lo largo de la semana.
¡Chau!.