"Bomba”, de Corrillos y Mentideros, parcialmente desactivada. Un fallo respalda el reclamo de Pablo Duarte, aunque
no asuma su banca. Las derivaciones abren un interrogante que dará que hablar.
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Tiempo atrás: Omar Stefanelli jura su banca. Ahora volverá al HCD |
En
diciembre pasado, Omar Stefanelli presentó –y le fue acordado, según el asunto
10.548 en el HCD- un pedido de licencia.
Asumido
pocos días antes el nuevo gobierno comunal, encabezado por el doctor Carlos
José Ceferino Bevilacqua, el edil, electo como suplente por el vecinalismo dos
años antes, iba a hacerse cargo, y así sucedió, de la Unidad de Gestión
Municipal de Pedro Luro, función para la que había sido nominado durante la
campaña previa a los comicios de aquel entonces (esto es, el año pasado).
Sin
pretender hacer todo un historial del caso y sus vericuetos, conviene recordar
que, al producirse la incorporación de “Tarzán” al ejecutivo, Pablo Duarte, que
le seguía en el orden de la lista 2013 de Acción por Villarino, pero devenido
en “amarillo” (Cambiemos) reclamó, de alguna manera, el acceso al escaño para
el que había sido votado, sin que importara demasiado –y hay innúmeros ejemplos
en la materia, en todos los niveles- el cambio personal por el que optó.
Haciendo
memoria, superficialmente casi, se puede apuntar que el Honorable Concejo
Deliberante, en su sesión del 23 de diciembre de 2015, rechazó de plano la
aspiración de Duarte.
Se
adujo entonces, con una nota sacada de los archivos, que el joven hombre de la
política de Algarrobo había renunciado, cuando en rigor lo que había hecho era
convertirse en un militante más del espacio “macrista”, sumándose a las filas
de Jorge Simoni, postulante a la intendencia por ese sector, acompañado de Juan
Cruz Vidal en la condición de aspirante a una banca en primer término.
No
terminó allí la cosa. Andando el primer mes del nuevo año, (Pablo) Duarte hizo
la presentación para lograr que se le “concediera” (definición impropia quizás)
su acceso a la banca, lo que permitiría a la bancada de los amarillos contar
con un integrante más.
Era
obvio que esto dejaba a los verdes sin la mayoría parlamentaria de la que
disponía, quizás no tanto como para decidir unilateralmente los temas más
importantes, pero si para “echar mano” de algún apoyo legislativo para volcar
las determinaciones.
Como
en todos los casos propios de una justicia extremadamente lenta, el tema
pareció quedar al margen de toda especulación. Pero siempre –propio del
folklore nacional- está la esperanza de revertir algo, sobre todo si, como
parece aflorar ahora, no sólo se trata de levantar la mano con un voto, sin
atender con argumentos firmes o no tanto, para cambiar una situación de cauce
natural.
Lo
cierto es que, hace unas escasas horas, se tuvo conocimiento, por ahora sólo
extraoficial, de un fallo que devuelve la cosa a fojas cero.
Naturalmente,
debe aguardarse a tomar efectivo conocimiento de los alcances del fallo que
revertiría lo actuado en el parlamento distrital y daría lugar a que Duarte
ocupe su lugar.
Ni
lerdo ni perezoso, el gobierno liderado por el doctor Bevilacqua (esto sabido
sólo como anticipo mediático) habría dispuesto que (Omar) Stefanelli vuelva su
banca en el Honorable Concejo Deliberante, dejando la Delegación Pedro Luro, de
la que también estuvo ausente tiempo atrás por un imponderable ajeno a su mejor
y mayor buena voluntad (se sabe que es altamente reconocido por su aptitud para
el cargo).
Esta
mecánica –la del ida y vuelta de lo legislativo a lo ejecutivo y viceversa-
puesta en práctica en muchos (¿todos?) lugares y en todo tiempo y espacio,
desactiva la “bomba” (de la que hablamos hace pocas horas en nuestra columna
política de “corrillos y mentideros”), no por eso menos real, a ojos vista de
la gente.
El
“estallido”, para usar un lenguaje acorde a lo dicho anteriormente, fue
abortado y Duarte no asumirá su escaño.
Lo
que no se sabe, y eso sí abre un interrogante no tan simple de responder, es
hasta dónde llegan los alcances del fallo. Desde un ángulo, podría suponerse
que el concejal suplente 2013, que queda una vez más fuera de la escena, podría
cobrar la dieta que se le negó, por algunos meses, desde que se lo privó,
irregularmente quizás, del ejercicio del derecho que se había ganado por
voluntad popular.
Algo
más, que deja abierta la polémica: todo lo actuado por el HCD en el lapso
transcurrido desde una votación contraria a la aspiración de Duarte y hasta el
recambio que ahora se anuncia, ¿no tiene algún viso de nulidad, a poco que se
expresen los entendidos en la materia?.
Desde
el comienzo de las elucubraciones que se generaron con aquello de la “bomba”
(permítasenos arrogarnos la condición de buceadores constantes sobre temas que
son de interés al menos periodísticos, aunque el público no lo entienda así),
ha habido quienes intentaron “meterse” en el análisis de algunas derivaciones.
Que
el “caso” Duarte será recordado, cualesquiera sean los efectos, no nos cabe la
menor duda. Otros decidirán; nosotros, sólo comentamos, desde siempre, la
actualidad política de Villarino.