A raíz del avance
de la pandemia de COVID-19 en el país y el incremento de casos positivos, el
Municipio de Villarino decretó el cese de la actividad hotelera y de
alojamientos en el partido con el fin de contener el arribo y permanencia de
personas provenientes de otras localidades con transmisión comunitaria.
Esta actividad
había comenzado a funcionar el 8 de mayo luego de la correspondiente autorización
de la provincia de Buenos Aires, sin embargo, para proteger a la población del
distrito, desde el ejecutivo se decidió suspender esta actividad.
El plazo de esta
medida se extenderá hasta tanto se normalice la situación epidemiológica.
Además, el decreto
N°527/2020, modificatorio del 505/2020, establece que los titulares de
hospedajes y hoteles deberán extremar las medidas higiénico sanitarias respecto
a las personas que se encuentren hospedadas bajo apercibimiento de la ley.
En caso de que
personal o clientes presenten sintomatología compatible con COVID-19 se deberá
dar aviso inmediato a las autoridades sanitarias.
Nota del editor
Tardíamente –
como paso de tortuga o algo peor – el intendente de Villarino, al fin de
cuentas responsable de las acciones comunales (para bien o para mal) ha
reconocido, por defecto, lo que es vox populi desde una semana atrás (cuando el
propio “lord menor” arengó a los partidarios verdes y arremetió contra quienes
no están a favor suyo, como es el caso de Diario Villarino.
Es decir, al
clausurar la actividad de hoteles y alojamientos, para evitar así que el
coronavirus se desperdigue por el distrito, se está, tácitamente, reconociendo
que está pasando lo que por otro lado se niega.
La medida de este
viernes (15) llega tarde, porque en una semana, el “mal” se ha difundido y
aunque se adjudiquen los casos a Bahía Blanca, los 8 que se admiten tangencialmente
son reales. Provocados, inducidos o como quiera definírselos.
La caprichosa interpretación
que el jefe comunal hace (manda a un funcionario a responder cuando debería ser
él quien dé la cara) de todo sigue poniendo en riesgo a la población de
Villarino y, con la nueva medida, también a gente de otros lugares.
Si el parque
eólico de Buratovich sigue en movimiento como se dice, contraviniendo la orden
del sábado 9, el peligro seguirá latente, con el riesgo de generar nuevos casos.
Si los
trabajadores no autóctonos no puede alojarse en Villarino, ¿adónde irían?. Interrogante
al que nadie responderá, eso ya lo sabemos. Pero ese mismo silencio “canta” lo
que se calla. ¿Hasta cuándo?.