Javier Milei estaba cansado del vuelo que acababa de traerlo de Estados Unidos -adonde había asistido a la fallida cena en la que no vio a Trump- cuando se sentó en la residencia de Olivos a mirar las últimas encuestas. Lo que vio es lo que ve desde que explotó el caso Libra. Una desaceleración del acompañamiento de los argentinos, que a fin de año había escalado a una cifra inédita del 59% y que ahora se ubica en el 51% según los números de Aresco, la consultora de Federico Aurelio a quien el presidente escucha particularmente. La tendencia a la baja viene siguiendo un curso claro desde hace 90 días, pero está lejos de convertirse en una señal de alarma. Sigue siendo muy alta para cualquier presidente que gobierne la Argentina. Pero los números que lo preocupan están dentro de esa mitad del país que lo apoya. Según esos datos, el 50% de los que aprueban su gestión, lo hace mirando con recelo el cambio cultural, las transgresiones institucionales y la ira, pero manteniendo la esperanza en la economía. Son gente que se va si cree que la inflación subirá o que el dólar será un problema o que todo irá a peor. Ese grupo humano, que en parte contiene a la población que era del PRO pero lo votó a él, sigue creyendo en el devenir económico, pero está bastante más preocupada, según surge de los últimos sondeos que miraba el presidente. Las razones están a la vista. En su intimidad, no pretende salir a convencerlos porque en su diseño mental no existe la idea de la equivocación del rumbo económico, aunque le perturba aceptar que los índices de inflación no bajarán al nivel de sus sueños y que la inestabilidad financiera es una variable que no depende de sus recetas sino más bien de una guerra comercial que le queda lejos y fuera de control. Son variables que alteran el núcleo de la estrategia de poder en un año electoral. No hay plan B. En ese contexto, cuando el Fondo Monetario Internacional anuncie oficialmente el acuerdo por un préstamo de 20 mil millones de dólares, empezará un operativo que buscará recuperar certezas. No está claro si lo lograrán pero a esta hora el gobierno organizaba una serie de apariciones para fortalecer la idea de que con los dólares frescos del fondo, la tormenta quedará atrás. ¿Será?. Ayer, en el medio del paro general, en la Casa Rosada sucedió una reunión de Gabinete donde buscaron mostrarse trabajando durante el día de huelga pero en el que en realidad se la pasaron conversando de los detalles económicos de todo lo que empieza después de muchos días en que la presión sobre las reservas del Banco Central empezó a hacerse insostenible. “Tuvimos tres buenas noticias al fin”, se aliviaba un funcionario de altisimo rango a la salida del encuentro. La renovación del swap con China, el anuncio del acuerdo con el FMI y la visita el lunes del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessen, de altísimo rango en el gobierno de Donald Trump, es la apuesta a todo o nada para controlar la incertidumbre que sigue vigente hasta que no estén claras las condiciones del acuerdo y la política cambiaria que le corresponderá. Hay muchísimo rumor sobre esos detalles pero la realidad los revelará en las próximas 48 horas. El ministro de Economía, Toto Caputo, tendrá la tarea de salir a explicarlo. Había una obsesión en la Casa Rosada porque no se repita lo que pasó con las entrevistas que dio Caputo hace dos semanas donde lejos de calmar, sus declaraciones inquietaron todavía más. |
Sale la reforma migratoria.
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“Es una ilusión que siempre podamos controlar la agenda”, admite sorpresivamente uno de los encargados de esa tarea en el gobierno, un punto fuerte que la administración Milei venía manejando en sus primeros quince meses de gestión pero que se fisuró sostenidamente en este primer trimestre. Si calman a los mercados, el paso siguiente será recuperar la iniciativa. Es posible que después de Pascua, se anuncie formalmente la reforma migratoria pero no por proyecto de ley sino por decreto. El Congreso de la Nación se convirtió en un reducto carísimo para la Rosada y en un laberinto con salidas poco claras. “Es el error de hacer acuerdos uno a uno y no un acuerdo macro”, reconocía uno de los negociadores típicos del gobierno con los bloques aliados. Lo que pasó con el caso de los jueces de la Corte Suprema y la creación de la comisión investigadora por el caso Libra en Diputados demostró que la fragilidad numérica ya es mucho más costosa de compensar con apoyos. Sobre todo si es año electoral y el gobierno entró en estado de fragilidad. Algunos experimentados diputados se entretienen mirando el Boletín Oficial del día siguiente a las sesiones donde el oficialismo consiguió avales polémicos. Ahí pueden encontrarse las razones que hicieron que el senador radical correntino Eduardo Veschi cambiara radicalmente su voluntad cuando firmó un proyecto para hacer una comisión por el caso Libra y después votó en contra. Un dato relevante: el gobierno quiere mandar nuevos candidatos a la Corte antes de las elecciones nacionales. No esperar a la nueva composición. Hay una trama en construcción que se ampliará más adelante. ¿Volverán a intentar con García-Mansilla?. Créase o no, lo están pensando. |
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