Tras el desplante de Eduardo “Wado” De Pedro, funcionarios salieron a respaldar al presidente con fuertes críticas al ministro del Interior. Mientras La Cámpora trata de impedir su candidatura a la reelección, el jefe de Estado sabe que necesita cosechar adhesiones y reforzar su gestión.
Por Edgardo Alfano.
Cuando termine su mandato, el kirchnerismo quiere que Alberto vuelva por dónde llegó. La oposición, mientras tanto, no deja de mostrar fisuras y peleas internas.
El año electoral
recién empieza y los papelones de la dirigencia política están a la
orden del día. Divisiones son las que sobran e irresponsabilidades también.
Unos porque tienen la responsabilidad de gobernar y los otros porque deben
demostrar que son una oposición responsable.
Nada de eso
ocurre y después se preguntan por qué la mayoría de los argentinos tiene
una mala imagen de la dirigencia política y se plantea otras prioridades
antes de pensar en las elecciones presidenciales.
La pelea
entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner y la falta de
diálogo tiene su correlato en los escalones inferiores. Solo en un país como la
Argentina pasa como algo normal que los funcionarios que responden a la
vicepresidente le hagan el vacío a los actos que tienen como
protagonista al presidente.
El ministro
preferido de Cristina, Wado de Pedro (Interior) fue uno de los que
participó de esos vaciamientos. Prefirió estar en su despacho “trabajando” mientras
Alberto Fernández, por ejemplo, recordaba los tres años de su
gestión. Luana Volnovich (PAMI) y Fernanda Raverta (ANSES)
suelen tener su propia agenda a espaldas del presidente.
Después de
todo, los tres pertenecen a La Cámpora y siguen al pie de la letra
las órdenes que emanan de Cristina y que les llega a través de su hijo Máximo
Kirchner. Pero la falta de límites que Alberto y Cristina evidencian ante sus
discípulos, generan cruces como los que vimos en la última semana.
Los hombres de Wado de Pedro dejando trascender su enojo por lo que consideran “falta de códigos” del presidente, por no haberlo invitado a una reunión con Lula. Victoria Tolosa Paz pidiéndole a Wado que aclare su posición y, desde la vereda de enfrente, Teresa García y Florencia Saintout, poniendo en duda el certificado de peronista de la ministra de Desarrollo Social.
El que no se la
iba a perder es Aníbal Fernández. El ministro de Seguridad le
enrostró a Wado de Pedro que no es quién para pedirle explicaciones al jefe de
Estado. Lo cierto es que en el kirchnerismo no saben cómo hacerle entender al
presidente que consideran su ciclo político terminado y que no le
darán la menor chance de ir por la reelección. Cuando termine su
mandato, el kirchnerismo quiere que Alberto vuelva por donde llegó.
Es cierto que Fernández parece obsesionado con la teoría del “pato rengo” y quiere llegar con alguna cuota de poder a diciembre. Pero también es cierto que sabe que cosechará poca ayuda si decide postularse para la reelección.
La oposición, mientras
tanto, no deja de mostrar fisuras y peleas internas. Tal es así que
los presidentes de las fuerzas políticas que conforman Juntos por el Cambio,
tuvieron que deliberar a puertas cerradas para tratar de evitar los
enfrentamientos o por lo menos ponerle la mayor cantidad de límites posibles.
Patricia
Bullrich (PRO), Gerardo Morales (UCR), Maximiliano
Ferraro (CC) y Miguel Pichetto (ERF) se sentaron alrededor de
una misma mesa para ver cómo evitar que todo vuele por los aires en distritos
como Córdoba, Mendoza, Tucumán, Río Negro, Neuquén y Chubut.
Ni qué hablar de
lo que ocurre en la Ciudad de Buenos Aires o la provincia. La figura
de Mauricio Macri sigue siendo motivo de profundas divisiones, dentro
y fuera del PRO. Por lo menos hasta qué defina su futuro.
¿Y el resto de los argentinos?. No hace falta ser adivino para saber que la mayoría la está pasando mal, producto de los aumentos de precios y de una inflación que no da marcha atrás cómo prometieron. Así planteadas las cosas, parecen no entender como los políticos le siguen dando la espalda.