Empresario y político notorio,
murió este jueves (10). Perdurarán su espíritu y el sentido de la amistad que
generó.
La vida de los pueblos, aún en
el transcurrir inexorable de los años, que marcan épocas disímiles, tienen
ciertas particularidades. Alguna de ellas, hacen quizás a lo más superficial;
otras, en cambio, se rozan con lo esencial. Una, es significativa por demás: la
amistad, que va más allá de lo político, de las creencias, de los oficios, de
lo deportivo (de un club o de otro) y cualquier otra circunstancia temporal o
permanente.
Hace tiempo y a lo lejos
–porque hay que remontarse a décadas atrás– solíamos acercarnos, en la pausa de
la siesta (si era verano) pero en
cualquier época del año, a un lugar que era cita casi ineludible: el café de
Chingo, en esa esquina tradicional de Médanos, sobre Mitre, camino del pleno
centro.
Ahí se reunía, antes de sus
ocupaciones de la tarde, un grupo de integrantes casi infaltalbles (salvo válidas
excepciones), a la hora del café.
En esas ocasiones, más que en
cualquier otra, supimos de ese sello distintivo, que iba mucho más allá de las
simpatías por uno u otro color (de una escuela o de otra; de un club o de su
adversario; de radicales o de peronistas; etcétera). Nos quedó grababa esa
envidiable virtud pueblerina.
De aquellas vivencias –se
tuviera razón o no, para uno y otro, en temas encontrados y polémicos– fue
natural que emergiera una relación espontánea que iría bastante más allá de la
mesa de café.
Desde otro ángulo, hubo otro
hecho determinante: por no pocos años, tuvimos que hacer el envío de los
ejemplares del entonces “Villarino” (hoy DIARIO VILLARINO), desde Bahía Blanca
hacia Médanos y Algarrobo, como así el traslado cotidiano de material
periodístico (cuando no se disponía de la maravilla de Internet y todo,
noticias y fotos debía llegar por vía terrestre y no por el e-mail; el
Facebook; o el Twitter). Eso generó otro tipo de vínculo, en el que la
gentileza de un apoyo se tradujera en el constante ir y venir de sobres o
paquetes.
Pero no fue sólo eso, quizás
de mínima dimensión. Cuando las circunstancias lo determinaron hubo un trato
crítico, principio para un entendimiento final imposible de dejar en el olvido.
Nació, podría decirse, la seguridad de un contacto confiable, que no es poca
cosa cuando se trataba de elegir “fuentes de información” dignas de crédito.
Pasaron los años; cambiaron
las costumbres; nunca, pese a ello, la certeza de recibir, siempre, el más claro
análisis de alguna situación… o muchas.
Hace pocas horas, recibimos
una ingrata nueva, de esas que suelen sacudir la intimidad de un pueblo, en
este caso Médanos.
Con un poco de ayuda, que
mucho agradecemos, pudimos tener un escueto racconto –sin rigor de calendario
ni de prioridades– que sintetiza toda una trayectoria: fue uno de los
fundadores del Club Caza y Pesca; participó activamente de la Cámara de Comercio y de
otras instituciones, como la Asociación de Bomberos
Voluntarios y la Cooperadora
del Hospital. Políticamente, tuvo el honor de presidir (entre 197 y 1991), el
Honorable Concejo Deliberante distrital; y fue también titular del Partido
Justicialista de Villarino. Podría citarse, sin temor a equívoco alguno, que
privilegió un espíritu conciliador en ambas gestiones.
Por demasiado notoria, y
prolongada por décadas, no es necesario sino tan sólo mencionar que dedicó
todos sus principales afanes al manejo de la Empresa de Transportes “El Villarino”, símbolo
lugareño en la materia. Como emprendedor que lo fue, y mucho, asumió el
compromiso de ampliar los itinerarios de esa compañía, extendiéndola en su
momento a los servicios entre Bahía Blanca y Punta Alta, como así hacia Punta Alta y Monte Hermoso, volcando
allí sus conocimientos y su indiscutida experiencia en un delicado y complejo
metier. No puede olvidarse que, simultáneamente, tuvo directa responsabilidad
en el emprendimiento agropecuario familiar.
Un pequeño detalle,
simplemente anecdótico, nos quedó marcado. Una mañana, hace tiempo y a lo
lejos, un dirigente justicialista que se
fue hace unos pocos años (en la madurez de su juventud), dijo que la noche
anterior, había señalado que otro habría sido el devenir de su gestión
política, todavía en cierto modo manifiesta, si hubiera seguido nuestras
sugerencias. Tanto valoraba, lo que cual nos enaltecía, nuestra opinión
respecto de ese acontecer cotidiano en Villarino.
Este jueves (10), una
relevante figura de Médanos, inició el itinerario de su último viaje.
Lo lloran los suyos (su
familia) y los que, amigos desde siempre, sienten que dejó abierto un gran
espacio lleno de buenos recuerdos.
Una triste noticia conmovió el
otoño medanense: falleció Carlos Santos Concetti. “Carlitos”, perdurará en el
afecto de su gente.