Néstor Julio Giannetti, junto a sus familiares, en el reconocimiento que le hizo la Municipalidad de Villarino, dos años atrás. |
El periodismo y su cotidiano quehacer enfrentan a sus protagonistas, en todos los tiempos, con esas noticias que nunca desean comentarse. Es un poco la característica de un oficio (¿una profesión?) que algunos ejercen tras sus estudios y graduaciones; y otros, los de otras épocas, sólo porque la vocación los introdujo en una actividad apasionante como pocas, aunque no hubiera (salvo en la universidad de la calle y el ejercicio mismo de la tarea) muchas fuentes en la que buscar un aprendizaje válido.
De suyo, y aún respetando la formación de otros que por una cuestión generacional no tuvimos, siempre hemos considerado, con no poca razón, que la labor comunicacional no es tal sino tiene su basamento en su propio devenir, o lo que es igual afrontar, a diario, el desafío de preguntar, averiguar, reportear, discernir y escribir o decir, después.
Curtidos en esa función con 55 años, nada menos, transitados en todos los vericuetos de la información y el comentario (en los que se alternan las buenas y las malas; los hechos gratificantes y los sinsabores; las alegrías y las penas, pero eso sí, siempre la esperanza de un nuevo amanecer y un nuevo desafío), no podemos sino sentir una honda congoja por una novedad ciertamente triste.
Hace unos pocos minutos nos trasmitieron la infausta nueva del fallecimiento de Néstor Julio Giannetti.
Le conocimos hace muchísimos años, cuando ejercíamos la jefatura de zona (regionales) del matutino bahiense. No por casualidad, él fue corresponsal de “La Nueva Provincia” desde aquellos años, tantos como para no recordar mayormente cuántos fueron. Es que su hermano, “Beto”, ya fallecido, había sido nuestro antecesor en la sección cuya titularidad ejercimos desde 1964 hasta 1972.
Eso nos acercó mutuamente, en el trato casi diario. Con altas y bajas propias de las circunstancias, lo mantuvimos largamente, a propósito de lugares comunes propios de nuestra presencia con DIARIO VILLARINO, por más de cuatro décadas en el distrito; y muy fugazmente, también, en la Dirección de Prensa y Ceremonial de la Municipalidad de Villarino.
Por esas razones, la ligazón fue constante; y nos acercó, cada tanto, al hogar que Néstor Julio compartió con Elisabeth María Malerba, su esposa y compañera de toda la vida. Cuando no era el encuentro persona a persona, lo era a través del teléfono. Siempre con un trato afable.
Dos años atrás, la municipalidad lo distinguió como corresponsal del diario y por haber estado, por más de cuatro décadas “comprometido por las cosas de su ciudad (Médanos) y su gente”.
Aún valorando ese reconocimiento, no podemos olvidar que allá por 1970, le dedicamos un perdurable testimonio (que debe estar, todavía, en archivo privado o quizás en las colecciones de la Biblioteca Mitre de Médanos) en las páginas de nuestro periódico.
Ya decíamos que el periodismo tiene esas “cosas”: hoy, miércoles 30 de mayo de 2012, decir que se fue Néstor Julio, a quien llorarán sus familiares y sus amigos. De creencia en la fe y por eso ligado estrechamente a la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Médanos, lo ubicamos, en medio de la congoja de los suyos, gozando de la gracia que no tiene fin. La Pascua, en fin, que le cambia la perspectiva a la tristeza del momento, vislumbrando el reencuentro de la vida eterna.