Historias para ser contadas: sólo unos pocos recuerdos,
desde los inicios hasta hoy.
Podía significar, acaso, un acto de irreflexión.
Sin embargo, aquello estuvo unido –muy estrechamente– a una toma de conciencia, de cara al futuro.
Hablo de la creación, el 7 de mayo de 1970, de DIARIO
VILLARINO (sólo VILLARINO, era la marca, con un apéndice –una voz al servicio de la comunidad–) en sus
comienzos.
Lo primero era propio de la edad (no había llegado a los
30).
Lo otro, era el resultado de un análisis, mesurado, que me
permitía vislumbrar el porvenir personal en una empresa para la que trabajaba
desde 1957, primero como simple “cronista volante de deportes”; y después como
miembro de su redacción general; y desde hacía 6 años como jefe del sector de
regionales, uno de los más complejos del diario de aquel entonces.
Lo que había visto ya, no “auguraba” nada promisorio. Me
habían robado los primeros 5 años de aportes (al momento de jubilarme tuve que
recurrir a testigos para no perderlos); y había ocupado un cargo superior a mi
jerarquía, “sin comerla ni beberla”, haciendo trabajos que correspondían a
“ausentes cíclicos por calendario”, sin quedar desligado, por eso, de las
responsabilidades de mi área, atendiendo a un sinfín de corresponsales,
carentes de un mínimo de conocimientos.
Ante tal comprobación, en agosto de 1969, había adquirido la
“marca” del "Diario Tornquist", a un valor desmesurado, al mismo tiempo que
compraba la casa en la que vivo desde hace un poco más de 50 años. Allí,
compartimos con Mabel, mi esposa, toda una vida, junto a “los 5”, nuestros
hijos.
Tenía mucha relación, de amistad, enhebrada, de algún modo,
en la constante presencia en los pormenores de la Fiesta Regional del Ajo, con
el intendente municipal de Villarino, don Manuel Jorge Bermejo, en su primera
etapa de gobierno.
Ese contacto permanente, me hizo pensar en la peregrina idea
de crear allí un periódico; no pagar por su marca; y aceptar el desafío de
hacerlo prosperar.
Mis asiduos viajecitos a Médanos me permitieron dar con
Heber Lorenzo Rómulo Santucci, el de la mueblería (su ocupación habitual),
corresponsal de “El Sureño”, diario de Bahía Blanca, cuyo creador soñó como
competencia del por entonces multimedio, en su faz del matutino.
Muy amigo de “don Jorge” (Bermejo); y entusiasta del
periodismo, Heber (Santucci) favoreció el enlace y la idea avanzó. ¿Qué podía
perder?, pensé; y así edité el “año 1, número 1” del periódico, quincenal en un
principio; con base tipográfica; e impreso en los talleres de la Editora
Bahiense, de Enrique Calvo, ubicados en Blandengues 455, a escasas dos cuadras
de mi casa.
No fue fácil, debo admitir, aquel inicio, descreída como
fue, la gente de Villarino, para lo que fuera la comunicación editorial,
fincada más en Bahía que en cualquier alternativa local.
Don Próspero Noussan, a quien veía, inexorablemente, en cada
llegada a Médanos, “me tiraba” algunos datos, aunque – sincero al fin– descreía
de la prosperidad de la hoja.
Pero de tanto andar, pueblo por pueblo, la cosa no fue tan
agorera. Creció, gracias a algunos aportes, en noticias y también en publicidad.
Para evitar olvidos, cito el caso de dos colaboradoras de
entonces que fueron apoyos como para recordarlas (al igual que a Santucci):
Mirta P. de Royo y Elsa Bertazzo de Ortés.
Llenaron páginas de avisos. Y eran
tantos –unidos a los de Médanos y también a los de Pedro Luro– que facilitaron,
también, que Villarino (distrito) tuviera voz radial en LU7 Radio General San
Martín.
1973 marcó un hito decisivo. Tras asumir, el “gobierno del
pueblo justicialista de Villarino”, el 25 de mayo, me manifestó su desagrado, a
través del recordado Luis Antonio Di Nucci (“Página 3” del periódico años
después), el primer día hábil, en la puerta de mi casa, “por haber cobrado”,
todas las acreencias, en la municipalidad, el día del cierre administrativo,
para la entrega de Bermejo (don Jorge) al intendente Juan Constantino Drisaldi.
Así de claro y terminante.
No pasó mucho hasta que el propio “don Luis” (con los años,
también así empezaron a llamarme no pocos hasta hoy en día) me pidió cotización
para publicar en el periódico los avisos comunales, discretamente restringidos
en su formato.
Lo que pocos recuerdan pero fue parte de la historia: entre
1974 y parte del ’75, el VILLARINO de aquel tiempo, fue “diario, diario”, con
ediciones de lunes a viernes, impresas en los talleres que compré (desventurada
operación) el 1 de marzo de 1974.
Por esa época – imposible desmentirlo – además de VILLARINO,
la Editorial Cruz del Sur, así se llamó, puso en circulación, junto a "Diario
Tornquist", los periódicos “La Noticia” de Punta Alta; “Pregón” de Ingeniero
White; y “La Semana” de Saavedra. ¡Cinco medios a la vez!. Y algo más: “Semana Deportiva”, tabloide de Bahía Blanca;
y “Diálogo, con todos”, revista, de Punta Alta.
Claro que llegaron los embates políticos y sindicales que se
acentuaron andando el ’75. Y todo se transformó en la rutina de pagar multas
(culpables los gráficos de entonces); ser destinatario de continuas amenazas ;
la apresurada venta de la imprenta (comprada por testaferros de un diputado de
triste memoria); y la imperiosa necesidad de emigrar a Chubut y ser allí jefe
de redacción, por dos años, del diario “El Chubut” de Trelew.
Pero como no hay pesares (¿o sí?) que duren toda la vida, el
periódico renació y, ya offset y color, atravesó su mejor etapa durante los ’80
y el primer lustro de los ’90.
Todos los sábados, en los pueblos, los “5”, se esperaban las
ediciones. En ese tiempo, el tiraje menor superó los 1.800 ejemplares, cifra
nunca igualada en la historia por ningún medio local y ni siquiera regional en
su venta en todo el partido de Villarino.
En La Plata, Gobernación, funcionarios provinciales se
sorprendían de la calidad de cada edición y de su valioso material, en el que
alternaron, sin pausa (pero también sin Google ni Whatsapp ni tecnologías por
el estilo) la política, el deporte, las sociales y todo el movimiento
institucional del partido.
Fueron hechos comunes, pero muy valiosos, eventos como las
entregas de los “Premios Cruz del Sur”; la Fiesta Provincial de los Estudiantes
(camino hacia la Fiesta Nacional de San Salvador de Jujuy); y la elección de
“la chica del verano”, que resultaron posibles merced al apoyo de la Disco Eros
de Médanos.
No todas fueron flores: a fines de 1993 el gobierno de turno
cortó “relaciones” con la Editorial Cruz del Sur, en lo que fue un
cercenamiento a la libertad de expresión. Entre medio, participé de la creación
de la radio de frecuencia modulada, que me vi obligado a trasladar a Bahía
Blanca, exactamente para esta fecha de 1992.
El devenir del periódico tuvo etapas de pequeño formato; e
impresión en Buenos Aires.
Tuvo que soportar afrentas, desde lo político, más afines a
la franquicia del olvido que al deseo de enfrentar desafíos.
Sin embargo, la era digital permitió a DIARIO VILLARINO recuperar, en efectiva
vigencia, no sólo su bien ganado prestigio de toda una vida, sino acrecentarlo progresivamente. Se hizo famosa, así, la columna política (la entrada más seguida), caracterizada por su titular de "Corrillos y Mentideros", que no calla aunque vengan degollando.

Luis María Serralunga, editor.