Quién le pone el gancho al ARCA. |
La política de la aceleración de anuncios tuvo esta semana uno relevante. La reestructuración de la AFIP, que adelantamos acá, se concretó con el objetivo oficial de recortar sueldos, achicar estructuras y eficientizar funcionamiento, pero incluyó dos designaciones controversiales que se concretaron en el Boletín Oficial y que configuran otra cosa mucho mucho más parecida a un aparato de poder de usos múltiples. Además de Florencia Misrahi, que mantiene su puesto de la AFIP al ARCA, debajo de ella se designan a dos hombres en cargos de poder extremo. El de la Dirección General de Aduanas (DGA) es José Velis, con antecedentes en el organismo que lo acercan al ex SIDE, Jaime Stiusso; y en la Dirección General Impositiva (DGI) entró Andrés Vázquez, un hombre que, como se publicó estos días, sacó del país más de 400 mil dólares sin declarar a través de una cueva que funcionaba en una sucursal del BNP Paribas en la calle Leandro N Alem. Por ese escándalo, los ejecutivos del banco fueron procesados, el BNP se fue del país pero al “sabueso” Vázquez no le pasó nada porque le extinguieron la acción penal después de adherirse al blanqueo. En las oficinas de Santiago Caputo, que coordinó esta enorme reforma, conocían su curriculum. “Nunca fue condenado”, dicen. No faltan a la verdad. Nadie le discute experiencia a Vázquez, con más de 30 años en el organismo y una foja de primer nivel aunque incluya evasiones impositivas multimillonarias como la del BNP o movimientos oscuros como director de Inteligencia en el período más duro del kirchnerismo, ese en el que había claros indicios de funcionamiento en tandem con la SIDE para estrategias de presión con sospechas de ilegalidad. ¿Cómo llegó Vázquez a titular de la DGI después de pasar años recluido con su sueldo alto, en oficinas de la Aduana en el Puerto de Mar del Plata?. Es un sendero enroscado, pero vale la pena seguirlo: junto a Karina Milei trabaja un funcionario de bajísimo perfil y escasísimo conocimiento público. Se llama Juan Ignacio Waissman, un hombre que estuvo bajo las órdenes de Vázquez en la AFIP en uno de sus momentos más sensibles: ese en el que, durante el kirchnerismo, y bajo el poder del ahora nuevo jefe de la DGI, descabezaron a todos los directivos que estaban investigando el gigantesco desfalco con facturas truchas de Lázaro Báez con la sociedad Gotti. Waissman, entonces, entró como alfil jurídico de Vázquez. Ahora propuso su nombre a Karina que a su vez se lo acercó a Caputo. “Vamos a salir a cazar massistas”, decían en la Casa Rosada. Cierto que Vázquez conoce todo. Hay que verlo. Los ladrillos de este nuevo organismo recaudador parecen construir otro tipo de edificio. Misrahi se enteró por los medios quiénes eran los dos flamantes directores que funcionarán bajo su ala. Hubo una ingeniería intensa para definir quién firmaba sus designaciones. Los diálogos entre ella y el ministro de Economía podrían revelar mucho de lo que pensaron. Sin embargo, hubo paz. El propio presidente se hizo cargo de poner el gancho en el Boletín Oficial y, por ahora, Misrahi se queda en su puesto. |
Nada de lo que pasa estos días en el poder puede desacoplarse de las elecciones del año que viene. Ese cronograma, tan ajeno a las necesidades de la gente, apura definiciones, tensiona y rompe. Que lo digan si no los radicales. O el PRO. O el ejemplo más profundo, el peronismo, que por primera vez en su historia se encamina hacia un interna. “Es como mandar un hombre a la Luna”, describía ayer un experimentadisimo ingeniero electoral. ¿Sucederá?. Ayer los integrantes de la Junta Electoral pedían ayuda a la Justicia. Es un problema por todos lados: de poder, de plata, de organización. Le cuesta la democracia partidaria al peronismo. Es casi gracioso ver los aportes individuales que están entrando al partido a ver si juntan unos pesos. Por lo menos 400 millones de pesos necesitan para que la competencia Cristina-Quintela suceda. Es, a la vista, la interna Cristina-Kicillof la que define ese final, solo que el gobernador ya no sabe cómo exagerar prescindencia de la pelea piantavotos por la titularidad del PJ. “Estaba muy divertida por cómo ninguneó a Axel”, contaba ayer alguien que habló con CFK después del acto con Carlotto en La Plata. Es un deja vu demasiado fresco del modo en que tramitó su relación con Alberto Fernández. Hubo quien se acordó de ese momento fuera de las cámaras cuando subidos a una combi para ir a sacarse la foto de inauguración del gasoducto Néstor Kirchner, el entonces presidente y su vice (que no se veían ni hablaban desde hacía meses), se sentaron en asientos separados y no cruzaron miradas en el cortísimo tramo que compartieron. “Te duele el cuello que no te das vuelta para mirarme?”, le dijo ella irónica. Él ni se dio vuelta ni respondió. Son anécdotas coloridas pero sórdidas. Que se repiten. Increíblemente. |
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