Sería preocupante que, a esta
altura, algo nos sorprendiera. Quizás lo sería mucho más
resistir a la tentación de responder.
Y ambas cosas tienen bastante
que ver con una etapa preelectoral como la que está transcurriendo.
Entonces aparecen, con más
frecuencia, quienes, desde lo anónimo, sacan a relucir una cierta insidia que,
lamentablemente, les queda muy grande.
Esto viene a propósito de un
mensaje (comentario se les llama en el sistema) enviado respecto de la “entrada”
(también es una manera de rotular algo en los blogs) que se titula: “El Frente
para la Victoria/PJ
presentó a sus candidatos”, publicada el pasado sábado (20) de este mes.
Lo transcribimos:
Anónimo 23 de julio de 2013
09:47
Medio millar es medio millón,
serían 500 mil personas... dos Bahía Blanca!. Aflójele a la subjetividad
amigo. Está bien que le paga lindo el Frente para la Victoria, pero no lo haga
tan evidente.
LA RESPUESTA
En el mismo blog de DIARIO
VILLARINO y utilizando el mismo mecanismo, “colgamos” nuestra respuesta,
concebida en estos términos:
Millar: conjunto de mil
unidades (Neolons, diccionario enciclopédico Sopena; Aristos, diccionario ilustrado de la lengua
española).
Y sí. Por una cuestión
generacional, cuando alguna vez (no muchas), nos asalta la duda sobre el uso de
algún término, recurrimos a viejísimas ediciones de algún “mataburros).
Hay algo cierto: sin hacer,
por eso, ningún texto de alta jerarquía literaria (no somos escritores; sí,
periodistas, llevando en esto más de cinco décadas), intentamos, lográndolo las
más de las veces (y algunas no), hacer hoy de nuestro blog (antes nuestros
periódicos gráficos) un sitio digno de ser leído, por el esmero puesto en su
redacción y en la dedicación, permanente, de búsqueda de fuentes dignas de
crédito.
Le ha fallado, claro, al
anónimo (cuándo no) que no se identifica y no se hace cargo de sus dichos, un
conocimiento elemental sobre el significado de un vocablo.
Si un millar es para él medio
millón, estamos “al horno”.
Como si eso fuera poco, el
ignoto lector sabe más que nosotros de nuestras propias cuentas. No se ha
informado bien, obvio, respecto a qué recibimos (y qué no) del partido que hoy
gobierna Villarino.
El periodismo ha sido (sigue
siéndolo hoy), más allá del cobro de una jubilación que es fruto de años y más
años de aportes, nuestro medio de vida.
No sólo nos reservamos el
derecho de opinar y lo ejercemos plenamente (sin pedir permiso a nadie para
hacerlo) sino que, también, facturamos, por derecha, los servicios a través de
los cuales financiamos nuestras ediciones.
No acostumbramos, por último,
a preguntarle a nadie de qué vive y cuánto gana. No buceamos en los ingresos de
nadie. Tampoco admitimos que se haga con los nuestros.
Es obvio que el comentario
llevaba nuestra firma (como siempre lo hemos hecho).
Nota del editor
Como no todos vuelven sobre
los artículos y se anotician de los
comentarios que generan, hemos optado también por la publicación de ambos
comentarios aquí, en esta nueva “entrada”.
Bien vale aclarar un término
utilizado en el titular:
Insidioso: malicioso o dañino
con apariencias inofensivas (Aristos).
No acostumbramos a identificar
“anónimos”. Sí podríamos señalar, aquí y ahora, que el contenido y la forma de
decir (error numérico incluido) nos permitirían puntualizar de dónde proviene
le mensaje recibido. No vale la pena.
Quien se oculta, sin firmar lo
que pretende hacer público como crítica, sólo pone de manifiesto cierta malicia
(que también le queda grande), funda en la cobardía (aunque esto suponga darle
demasiado nivel a algo que no lo tiene).
Para que quede bien claro, por
último, y con las disculpas del caso hacia quienes nos siguen y leen de “buena
fe”, escribimos “como se nos canta”. El único límite, si lo hubiere, es aquel
signado por la actitud perdurable de no agraviar a nadie.