El miércoles, a las seis de la tarde, la diputada Silvia Lospennato reactivó un chat grupal que ella misma había creado una semana antes. Se llamaba “Sesión FL” y entre sus integrantes estaban todos los presidentes de los bloques que mayoritariamente apoyaban el proyecto de Ficha Limpia: “Buenas, hay mucha ansiedad por la sesión de mañana. ¿Podrían estimar cuántos de cada bloque estarían presentes?”. La respuesta a esa pregunta fue una seguidilla de mensajes confirmando asistencia. Nicolás Mayoras, de La Libertad Avanza, escribió con seguridad: “Estamos todos menos Pagano. Somos 38″. Marcela Pagano hace quince días ya no va a trabajar por su embarazo en término. Con el recuento hecho, Lospenatto concluyó: “con estos números y si no hay imprevistos, mañana tenemos aprobación en Diputados”. La diputada volvió a chequear el número a las 9.30 de la mañana de ayer. Todos confirmaron presencia. Sin embargo, se sabe, no hubo ni aprobación ni sesión. Pasaron cosas. José Núñez, diputado santafesino del PRO, llegó al Congreso de la Nación el jueves temprano preparado para sentarse en su banca. Núñez es el legislador que la semana pasada había faltado impidiendo que hubiera quorum para el primer intento de sesión de Ficha Limpia. “Me atasqué en el tráfico, calculé mal el viaje desde Rosario a Buenos Aires”, se justificó. Pidió disculpas y prometió presencia esta semana. Eligieron creerle y él cumplió. Pero cuando faltaban 15 minutos para las diez de la mañana -la hora de inicio de sesión- , sonó su celular y escuchó un pedido: “Necesitamos que no bajes”. La orden se la dio una dirigente de su partido a la que no desobedecería jamás. Disciplinado, Núñez le avisó al jefe del bloque PRO, Cristian Ritondo, que no iba a estar en su banca. A partir de ahí, se esfumó. No contestó ni uno de los llamados frenéticos que le hacían desde el recinto. Una situación particularmente similar vivió el otro santafesino ausente del PRO, Gabriel Chumpitaz. Nunca apareció. Son dos legisladores que jamás harían algo fuera del foco de las jerarquías partidarias. Dos rosarinos de bajísimo perfil dispuestos a inmolarse por una orden política. Hay mucho misterio y paranoia. |
La reunión secreta de Karina Milei. |
Sucedió entonces una coreografía muy particular de interpretaciones disímiles. Porque desaparecieron como en cuentagotas legisladores de todos los bloques comprometidos a votar, no sólo del PRO: de La Libertad Avanza fueron 8, dos del PRO, tres radicales y un grupo más del sur. Ejemplos deliciosos: el diputado libertario que dijo que no pudo estar porque se indigestó con fiambre pero estaba adentro del Congreso o la diputada radical Mariela Coletta, que, embarazada, había participado el miércoles hasta última hora en la sesión para combatir la ludopatía pero se ausentó ayer. Ella es una incondicional de Emiliano Yacobitti. En el caso del PRO, es cierto que romper el bloque es lo único que les falta para debilitarse, pero es curioso que Macri, que después de espantarse por la falta de convicción en la lucha contra la corrupción de la política, pidió, volando a Qatar (adonde verá correr a Franco Colapinto, entre otras misiones), que Ritondo se reúna con los dos diputados ausentes díscolos para escuchar sus explicaciones. Parece poco para un desplante tan desprolijo. Un proyecto con la bandera del PRO que buscaba aprobar desesperadamente y dos de los propios no aparecen. ¿Con qué argumento los convencieron? ¿Quién los convenció?. Llamó la atención la presencia de Karina y Lule Menem el miércoles al atardecer mientras se discutía el proyecto de Ludopatía. Había crecido el rumor de que la próxima semana, cuando se definan las autoridades de Diputados para 2025, el peronismo había mandado a decir que si aprobaban ficha limpia -lo que expondría a Cristina a no ser candidata-, conseguirían los votos para que Emilio Monzó, expresidente de la Cámara durante el macrismo e integrante del bloque que lidera Pichetto, reemplace a Martín Menem en la presidencia del cuerpo. Son rumores de palacio pero llenos de anécdotas concretas y de movimientos visibles. |
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