Después de un largo camino, intenta
ser otra vez intendenta
de Villarino.
Dicen, desde tiempo inmemorial, que “pueblo chico, infierno
grande”.
Lo hemos comprobado por décadas, como que hace casi ya medio
siglo (falta muy poco), transitamos caminos y pueblos para hacer DIARIO
VILLARINO, papel por muchos años y desde hace bastante digital.
Como en una de las etapas no nos perdíamos los domingos de
fútbol, había que estar en tardes de clásicos (Fortín vs. Tenis ó Tenis vs.
Fortín, en Luro o en “Burato”).
Según se hubiera escrito el sábado anterior, eran los
aplausos o los silbidos, unidos a los insultos, de una u otra parcialidad.
Pleitos de otras épocas, que dejaban traslucir la pasión
incontenible, que se manifestaba también en Agrario vs. Juventud Unida, en Juan
Cousté; en Social Ascasubi vs. San Adolfo; o en 12 de Octubre vs. Defensores
del Barrio, en Médanos, sólo por citar algunas de las pujas futboleras de
inocultable pasión.
“Se jugaba todo en cada pleito”, aunque ya en lunes la cosa
volviera a la normalidad propia de la bucólica vida rural.
Más espaciadas –una vez cada dos años– eran las contiendas
políticas, sin primarias antes; con las PASO y las generales en las cercanías.
Lo del fútbol puede haber cambiado un tanto, pero no mucho,
por las nuevas modalidades en marcha y las estructuras competitivas en
constante renovación. Pero no es como para fiarse demasiado.
En la política, la desaparición de partidos a la usanza
tradicional, superados por los frentes o por la determinación personal de
autocandidatos, ha dejado de lado los actos masivos (raramente hay convocatorias
así) y quedan escasos “miitines” de choripanes o empanadas.
¡Cuidado!, porque la crítica se ha simplificado a través de
los posteos del “face” y los más habituales mensajes del whatsapp.
Y entonces, a eso íbamos, resulta mucho más fácil denostar
al que opina; discurrir que hay mala fe en el periodismo; criticar sin
fundamentos gestiones de gobierno o, en contrapartida, exaltar las acciones de autoridades del
“palo” de cada quien; y ser artífices de un facilismo irresponsable cuando se
quieren obtener ventajas electorales.
En ese contexto, tan proclive a generar situaciones
encontradas, hemos desplegado nuestra trayectoria periodística frente a los
distintos ciclos que han pasado.
Fundamentalmente, con objetividad, no exenta
de la apreciación con la que nos sentimos comprometidos desde siempre.
Estamos ante una nueva instancia y afrontamos una vez más el
desafío. Y esto es así aunque haya quienes, cualesquiera sean sus identidades,
pretendan adjudicarnos favoritismos inventados. Ellos, los “malamente críticos”,
nunca tienen, después nada, que ver.
¿UNA INTENDENTA (MC) CON OTRO PERFIL?.
Estuvimos el pasado jueves (11) en Hilario Ascasubi.
Habíamos asistido (se verá breve crónica por separado) a la
inauguración de refacciones en la escuela 35, muy cerca de la entrada a Pedro
Luro.
Acto sencillo pero muy elocuente por cierto, como muestra de la puntual
atención que el gobierno municipal ha puesto en las obras educacionales en el
distrito.
Volviendo, paramos, en espera, en la parrilla del ingreso a
Ascasubi. Es un restaurante al que hemos concurrido en otros tiempos. Y,
nobleza obliga, nos sorprendió comprobar cómo “sigue siendo” (no es esto común)
un lugar impecable, por su confort primero; y por su buena gastronomía después.
Aunque pasen los años…
Aguardamos (sabíamos que iba a ser así), aunque teníamos
premura por estar no muy tarde en Bahía Blanca. Disculpas, Luciana Stefanelli
(“no te habrá cerrado que no nos quedáramos al resto de la actividad oficial
programada en Luro, pero no conocíamos, previamente, esa agenda”).

Tras sus recriminaciones como médica (que prevalece en ella
por sobre toda otra función), mucho más simple fue elegir el menú (parrilla); y
después, escuchar algunas de sus consideraciones.
No arriesgaríamos ubicar , hoy en día, cuál es el lugar que
la política ocupa entre sus prioridades.
Recordamos, sí, que varios años atrás (cuando corrían
mediados del 2011) lo eran sus hijas (“todavía muy chicas”, nos dijo entonces); y la culminación de estudios complementarios que ocupaban su tiempo.
Pero algo, también por aquel entonces, la convirtió en
primera mujer intendente en el distrito (diciembre de aquel 2011).
Ahora, 8 años después, un imperativo casi similar (la
presión der sus “compañeros” de ruta) la ha devenido en precandidata (faltan
las PASO), aunque otras alternativas le creen sosiego entre medio de una vida
que sigue manteniendo urgencias.
¿Por qué esa especie de definición?. Porque está claro que
los 4 años de gobierno (MC) y los casi otros 4, con alguna transición, hace 2,
apareciendo como postulante a diputada provincial, hayan marcado huellas.
“Pato” mantiene su pasión por la política, que lleva
adentro suyo, aunque ser médica sea su prioridad número 1 y la otra, ser madre,
no admita (las chicas no son tan niñas ahora) darle ubicación de privilegio en
la grilla de su agenda.
Notamos sí, a lo largo de la charla, que le distingue otro
perfil, que no es aquel de cuando era concejal y soñaba, por qué no, con algún
día como intendenta. Hay más autocrítica, al momento de recodar el pasado
(2011/2015); y más reflexión, a la hora de analizar un presente (2015 en
adelante y hasta ahora), como visión de cara a un posible retorno (diciembre de
este 2019) a la primera magistratura del distrito de Villarino.
No hay olvido (de lo bueno y de lo que no lo haya sido
tanto) sobre lo hecho; no hay rechazo a lo que se ha visto (entre diciembre
2015 y este julio del ´19); pero tampoco hay indiferencia respecto a cómo se ha
juzgado su gestión anterior.
Y allí, entre la “melange”, entre una cosa y la otra, hay
una toma de iniciativa que no es para nada desdeñable.
Patricia está diciendo, para quienes quieran escucharla (de
los propios y de los que no lo son) que no debe (ni quiere) repetir errores de
lo pasado; que no llamará a algunos que estuvieron con ella en su primer
período de gobierno; y que sí convocará a gente que no fue convidada antes.
Clara definición, que es una suerte de autocrítica necesaria.
Quizás porque
ella, sin merecerlo, recibió infinidad de “garrotazos”, que son perceptibles
aun hoy (que no haya sido invitada al acto de la escuela técnica de Buratovich
es todo un dolor) y que vienen desde el mismo día en que dejó su cargo.
Esas circunstancias se aprecian en sus reflexiones y en la
cautela (no exenta de ansiedad y confianza) de sus aspiraciones para el período
2019/2023, tan plenas como aquellas que acunaron sus sueños del 2011 al 2015,
años en los que vivió para el ejercicio de su compromiso gubernamental.
Pero sobre eso, concluido el almuerzo del jueves (11), habló
en su casa (su funcional y bellísima residencia en Ascasubi), entre medio de un
café y los ladridos, que bien se escuchan en el audio, de sus 5 mascotas,
revolucionadas por una presencia extraña.
Le urgía algún compromiso ineludible, pero no dejó de pormenorizar en sus respuestas frente a una
suerte de preguntas no del todo afortunadas quizás. Porque aun en eso hay que
hacer hincapié cuando se está, como en estos días, ante una consulta electoral
que es la verdadera encuesta hacia el 27 de octubre. No aquellas pergeñadas
para ganar oyentes o lectores, con “inventados” cómputos poco creíbles desde su
propia concepción.
Hablamos con Cobello, en grabación, poco más de 20 minutos.
Como lo imaginara ella o no, nos hemos extendido en demasía
en la presentación de esta nota. Tanto, como para recordar que ya intendenta, a
mediados del 2012, dijo que este diario era “un pasquín”.
Y les guste o no a quienes, a favor de las redes sociales,
opinan sin saber de qué se trata, aquí está el reportaje. Con entrometidos de
ocasión, la amistad es algo perdurable.
Es probable que de aquí a fines de octubre no sea la única
entrevista. Así es nuestro periodismo, que ha superado ciclos y el paso de no
pocos intendentes. Nunca, en Villarino, ha ocurrido nada igual.
Gracias,
Patricia... y ¡mucha suerte!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario