sábado, 20 de noviembre de 2010

RAÚL ROBERTO MUJICA, UN HOMBRE COMO POCOS

"Un día en mi vida cuando no estoy como político es un día en familia", dice Raúl Roberto Mujica, nacido un 11 de agosto de hace 37 años. A punto de entrar a su sexto año como jefe comunal del partido de Villarino -dos años como interino y tres como intendente electo- se auto-define como alguien de palabra, tranquilo, y remarca que no tiene doble discurso. A la hora de hablar sobre un defecto, asegura no ser rencoroso, y eso, para él, no siempre es una virtud.

Productor agropecuario en su actividad privada y delegado local durante cuatro años, concejal, intendente interino y posteriormente electo, en lo que a política se refiere, Mujica no brinda definiciones en torno a su futuro inmediato: "hay un 33,33% de posibilidades de postularme para intendente; otro 33,33% para aspirar a un cargo mayor; y otro 33,33% de dedicarme a la actividad privada". "Veremos adonde apunta el 0,1% restante", bromeó.

Mujica, alguien que puede adivinarse apasionado por cada cosa que hace y con un entusiasmo contagioso, no se guarda nada. "En la gestión todos los proyectos que tengo, o los que pienso, los llevo adelante; por lo tanto, cuando no esté en política, sabré que hice lo que pude, o lo que tenía que hacer; no soy de dejar cosas pendientes".

Su cable a tierra, según explica, es el campo. Sobre todo durante los fines de semana o días feriados, disfruta de sus actividades agropecuarias que, admite, lo dejan cansado físicamente, pero absolutamente descansado de los problemas. "No sólo es lo que me gusta, sino lo que me hace bien", dice al referirse al campo.

Su despacho tiene mucho de él. Clásico, pero fuera de lo común. El escritorio sólo tiene lo necesario y en estricto orden. En las paredes se destacan algunos certificados honoríficos, un crucifijo, un mural de San Martín, una foto de Julio Cobos y Raúl Mujica; y un reloj que parece correr mas acelerado de lo normal.

Dueño de una transparencia que sólo había visto una vez y totalmente distendido -a pesar de que aguardaban por él para el tratamiento del presupuesto- asegura que el día que no esté en política será un día de reflexión y de balance. "¿Cómo te imaginas dentro de diez años?", lo interrumpí. Luego de que meditara unos segundos, rompí el silencio que por primera vez surgía, y aseguré "tal vez el día que no estés en política, con un cargo, sea dentro de diez años". "Y... ¡si!", dijo.

Al momento de realizar un balance, reconoce que la política le cambió un tiempo valioso pero asegura haber ganado mucha experiencia y un temple importante, para la edad que tiene: "me ha enseñado cosas importantes para la política y para el día en que no tenga nada que ver con la función pública, para la vida".

La reunión en su oficina duró una hora y media, en la cual no quedó tema sin tocar. Como es costumbre en un periodista, días antes de realizar esta entrevista se buscaron diferentes opiniones. Tan sólo 90 minutos bastaron para cambiar la imagen prejuzgada. Poco menos de dos horas fueron suficientes para descubrir que quien se esconde detrás del que imaginaba como un hombre recio, es simplemente un hombre, pero como pocos.

ROMINA SOLEDAD GIUFFRÉ
Editora de PALABRAS CLARAS, periódico online de Bahía Blanca.

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