
Hay tiempos. Aquellos que uno ya vivió y que sólo representan parte de un anecdotario. Otros, que quedaron grabados, (¿a fuego?, dicen) vaya a saber porqué razón. Recordamos uno, sólo al pasar, de tantos: fue en 1967, cuando el entonces intendente, don Manuel Jorge Bermejo, seguramente el mejor que señale la historia de los 125 años de Villarino, convocó para iniciar lo que con el tiempo se convirtió en la Fiesta Nacional del Ajo. Estuvimos allí, como también en otras etapas de ese evento que distingue a Médanos.
Por estas horas, este viernes (7), fuimos una vez más a un lugar que evoca, para nosotros, momentos particularmente singulares, que nos ligaron para toda la vida a una entrañable familia, la de Don Luis (Di Nucci) y Nené.
Fue en la quinta, en las cercanas “afueras” de la ciudad cabecera, sitio en el que se respira la tranquila paz de los pueblos que hemos sabido recorrer por años. Ese espacio encierra vivencias muy especiales. Quizás aquellas que explican las razones por las cuales dijimos hace poco que ese es nuestro “lugar en el mundo”. Qué paradoja. Alguna vez, y fue el 30 de abril de 1992, hace ya casi 20 años, “levantamos”, de buenas a primeras, aquello que fue una radio, eje de tantos desvelos como el periódico que creamos el 7 de mayo de 1970.
Daniel (Di Nucci) que es, de la familia, quien sigue alternando sus estadas en Buenos Aires con largos días en la quinta, recordó, en la charla, junto a Diego Aleesiani (socio gerente de Médanos Video Cable), algún hecho que nos enlaza con propiedad al devenir de Médanos. Eso, mientras Pedro, a quien conocemos desde una pila de años, acercaba el “churrasco” que, una vez más, preparó con su particularísima gentileza y su “mano” para manejar esas cosas.
¿Qué nos convocó a ir hasta allí?. No sólo la cordial invitación de Daniel, de una proverbial costumbre heredada de su papá, sino la afinidad que, hayamos ido o no, sentimos por ese reducto (como por la casa de la calle Mitre), en que siempre, siempre, se nos recibió en prueba de una perdurable amistad, trasmitida por Don Luis hacia las nuevas generaciones.
La presencia de Diego, no podemos obviarlo, tuvo también que ver. Con él hablamos de algún proyecto 2011, que acentuará, seguramente, alguna producción periodística en Médanos y todo Villarino desde marzo. Pero esa es otra cuestión.
Supimos, esta vez, del reimpulso de los viñedos y la bodega que Daniel ha decidido. Y de una nueva idea que buscará poner prontamente en marcha: un “restaurante giratorio”, que coronaría ese valiosísimo emprendimiento que es la bodega. No es éste, seguramente, el sitio para comentarlo ampliamente, pero sí para decir, por si hiciera falta, de cómo alguien, fiel a la historia de su familia, sigue apostando a Médanos. Algo por demás gratificante, a lo que nos sentimos vivamente ligados en espíritu.
Es que, aunque nada tenga que ver una cosa con la otra, por la pequeñez de lo nuestro y la dimensión de aquello que intenta Daniel, las dos cosas suponen poner ¿en valor? A Médanos, más allá que las estadísticas (las del censo) señalen que es demográficamente, no ya la segunda sino la tercera localidad del distrito de Villarino. Acosada, además, por el grave problema del arsénico en el agua que consume su población. Pero allí, a despecho de sus males endémicos, hay gente que pone su esperanza de futuro, día tras día.
Por eso, no podemos sino recordar una vez más a Don Luis, un luchador que no pudo ver resuelto, pese a su tenacidad, ese problema, el del agua, que lo motivó durante toda su vida. Razón de las sinrazones, seguramente, como tantas…que, felizmente, mantienen vigente el amor por el “Pago Chico”.
FOTO
Daniel Di Nucci junto a sus viñedos, en una imagen tomada del diario “La Nación”.
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