lunes, 4 de mayo de 2020

CORRILLOS Y MENTIDEROS EN TIEMPOS DE CUARENTENA




Lo bueno y aquello que, 
lamentablemente, no lo es tanto.

De tantas pálidas que se desperdigan en estos tiempos de cuarentena, aislamiento, tapabocas y afines, estamos deseando, como cualquier hijo de vecino y sin que importen demasiado los lugares, alguna buena noticia; comentario; o imágenes, que devuelvan el espíritu, alicaído después de tantos días.

Por eso y no mucho más, vimos con cierta alegría, algo de la visita del jefe del gobierno municipal –acompañado de algunos ediles- a algún campo en que está levantándose la cosecha de cebolla.

Las fotos de campo ponen en evidencia que se respeta el protocolo de distancia. Eso es bueno.

No lo son tanto, aunque los enfoques se presten a cierta distorsión, los tomados en el galpón de empaque. Nada de distancia; aunque sí tapabocas.

Sin embargo, no todo fue color de rosas.

Avanzando un tanto el atardecer, se nos comentó “la otra cara”.

“Que recorran todos (los galpones)”, nos dice un lector. Y agrega: “van a ver cómo trabaja la gente; cómo están los baños; dónde almuerzan; y muchas otras cosas que no se dicen”.  Y termina: “para la foto, el mejor sector; y todos hacen para exportación”.

La reflexión que antecede nos recuerda los tiempos iniciales de DIARIO VILLARINO, a punto de llegar a los 50 años, cuando solíamos recorrer zonas rurales en momentos de cosecha. Nada para agregar, que no haya visto por entonces, en medio de los campos.

Y la cosa, vista desde afuera por el aislamiento vigente, parece que no sólo es exclusiva de un lugar en particular.

Nos llega y tomamos conocimiento de otro apunte, digno de ser tenido en cuenta.

“Le escribimos porque el suyo es el único medio que dice la verdad”.

“Somos empleados de la Dirección de Tránsito, en Médanos”.

“Ya no podemos más con la represalia que tiene este gobierno con los empleados”.

“El señor secretario, Martín Pacheco; y la encargada de Tránsito, Daiana Ithz, nos tienen sin agua para los baños, hace dos meses”.

“No podemos lavarnos las manos, ni siquiera para limpiar las oficinas, ya que en la situación en que estamos necesitamos mucha higiene”.

“Tenemos que aguantar entre 6 y 8 horas sin ir al baño; y si vamos es a escondidas, con miedo de que nos suspendan  por no estar en nuestro lugar de trabajo”.

“Le pedimos que haga algo. No damos los nombres porque tenemos miedo, pero ya no aguantamos más”.

Ese mensaje fue recibido, la semana pasada, en nuestro Whatsapp. Nos hacemos eco, con reserva de identidades, pues, muy a nuestro pesar, nos es ésta la única queja que nos llega sobre la citada dependencia municipal, dependiente de la Secretaria de Protección Ciudadana.

Y nos ha quedado flotando, desde hace unos días, un tema del que preferimos no hablar en su momento (una semana atrás), cuando nos anoticiamos de la presencia de un grupo de 41 bolivianos, despachados desde Orán (provincia de Salta), cuando intentaban cruzar a Bolivia, estando prohibido ese tránsito atravesando la frontera.

Según se divulgó – entre el fárrago de asuntos propios del coronavirus – para este lunes (4), o a más tardar este martes (5), estaría permitida la circulación de grupos como el que recaló en Villarino y fue demorado días atrás en el fitosanitario del kilómetro 714 de la ruta nacional número 3.

Por los dichos de las redes sociales – no por los medios con quienes “intercambia” info el gobierno municipal – supimos de las quejas de gente de Argerich, preocupada por el desembarco del grupo en la localidad. Algunos, incluso, con incertidumbre en su condición de padres (o familia) de alumnos que concurren a la escuela albergue.

No fueron pocos los reclamos, no obstante lo cual (por un acuerdo entre el municipio y la provincia), la delegación recaló en ese establecimiento.

A estar de la poca información oficial conocida, los bolivianos seguirían (este lunes 4) en Argerich.

Frente al caso, no son desventurados algunos interrogantes: ¿cuándo se irán?; ¿qué apoyo están recibiendo, en tanto, de la Secretaría de Desarrollo Social?; ¿reciben comida?; ¿a qué posibilidades de higiene tienen acceso?; ¿cómo es su actividad, día por día?; y finalmente, con el lógico movimiento que el grupo en su conjunto pueda tener, ¿cómo quedarán las instalaciones de la escuela albergue cuando termine esa obligada permanencia?.

Es cierto, y no nos apartamos de ello, que ha operado un sentimiento solidario. ¿Y todo lo demás, qué?.

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